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Perspectivas

Seis mitos sobre la competencia cultural en la atención sanitaria

Por qué es importante

Es útil abordar los malentendidos sobre la competencia cultural porque lo que constituye e influye en la cultura puede abarcar muchas cosas.

¿Qué significa que los proveedores de atención médica sean culturalmente competentes? Probablemente haya escuchado algo parecido a esta definición: Brindar atención que satisfaga respetuosamente las necesidades sociales, culturales, lingüísticas y religiosas/espirituales de los pacientes.

Pero ¿qué significa realmente competencia cultural? Dado que lo que constituye e influye en la cultura puede abarcar tantas cosas (incluidos el origen étnico y la raza, el idioma, la religión, la orientación sexual, la identidad de género, el entorno socioeconómico, la edad, la condición de inmigrante y la geografía) tal vez, para esta publicación, podría ser más útil hablar de lo que no es la competencia cultural.

Aquí hay seis mitos que hemos encontrado sobre la competencia cultural en la atención médica:

MITO #1: Sólo necesitas un buen seminario o capacitación sobre competencia cultural para volverte culturalmente competente.

No es algo del tipo “una vez hecho”. Se necesita práctica para cambiar nuestra forma de pensar y procesar nuestras percepciones de los demás. Por ejemplo, se necesita tiempo para aprender a hacer preguntas de una manera que permita a las personas compartir sus perspectivas como individuos.

La competencia cultural comienza primero con el aprendizaje sobre nosotros mismos. ¿Cuál es mi experiencia? ¿Cuáles son mis creencias? ¿Qué suposiciones tengo (incluso las bien intencionadas) que podrían dar lugar a malentendidos o estereotipos? ¿Qué ideas preconcebidas tengo sobre mi propia superioridad sobre mis pacientes (debido a mi educación, ingresos, estatus, etc.) que, sin saberlo, podrían conducirme a la arrogancia y los errores? La lucha por la competencia cultural es un proceso de desarrollo que forma parte del aprendizaje permanente.

MITO #2: La competencia cultural se aplica sólo a las interacciones con minorías raciales y étnicas.

¿Alguna vez escuchó a alguien decir: “Nuestra área de servicio no es muy diversa, por lo que no necesitamos ser culturalmente competentes”? A menudo no reconocemos que cada persona pertenece a múltiples grupos culturales.

Existe una tendencia a centrarse en las características físicas externas o en aquellas cosas que podemos ver o percibir, como la raza y el origen étnico, la edad, la identidad de género y la capacidad física. Sin embargo, nuestras percepciones pueden ser incorrectas y no entenderemos qué es lo más importante para los pacientes hasta que hagamos el esfuerzo de conocerlos como individuos.

También deberíamos evitar dar por sentado que las personas de lo que parece ser un grupo o comunidad homogénea son todas iguales. Por ejemplo, el primer idioma de una persona puede ser el inglés, pero eso no significa que pueda leer las instrucciones para tomar su nuevo medicamento. Una enfermera puede ser parte del mismo grupo étnico que su paciente, pero su diferencia generacional podría llevarla a ofender involuntariamente si usa automáticamente el nombre de pila de su paciente sin permiso.

MITO #3: Ser una persona de color significa automáticamente que eres culturalmente competente.

No asuma automáticamente que las personas de grupos minoritarios son culturalmente competentes o están interesadas en convertirse en defensores de estos temas.

Las personas de color son tan propensas a estereotipar, hacer suposiciones u olvidarse de tratar a las personas como individuos como cualquier otra persona. Y la gente de color no necesariamente está interesada en este tema. O quizá les preocupe que los encasillen. No deberíamos dejar el trabajo de luchar por la competencia cultural sólo en manos de las personas de color. Las disparidades en salud afectan a toda nuestra sociedad. Nuestros esfuerzos deberían reflejar eso.

MITO #4: Una persona o equipo en una organización debe ser responsable de la diversidad y la inclusión.

Designar a una persona para supervisar la diversidad y la inclusión no debería significar que sea la única persona responsable. Así como las personas con “calidad” o “seguridad del paciente” no son las únicas responsables de la calidad y la seguridad en una organización, la competencia cultural debe ser parte de cada interacción con un paciente o su familia. Independientemente de si uno trabaja en servicios ambientales, como asistente de estacionamiento, como guardia de seguridad o como director ejecutivo, cada persona debe tratar a los pacientes con dignidad y respeto.

MITO #5: La competencia cultural es demasiado grande para abordarla.

Es importante comprender que esforzarse por alcanzar la competencia cultural no significa aprender todo sobre cada cultura. Eso sería imposible. La competencia cultural tampoco se trata de corrección política o simplemente de ser más sensible culturalmente.

En cambio, es importante adoptar un enfoque de desarrollo de habilidades. Desarrollar competencia cultural mediante el uso de habilidades de comunicación fundamentales para que las personas tengan las herramientas adecuadas para comunicarse de manera respetuosa, efectiva y eficiente con los demás. Si analizamos las preguntas de la encuesta HCAHPS o CG-CAHPS, por ejemplo, realmente podemos ver la conexión directa con la competencia cultural. ¿Se explicó todo de manera que el paciente pueda entenderlo? ¿Se trató al paciente con cortesía y respeto?

Estas encuestas son una prioridad para la mayoría de las instituciones, por lo que es probable que ya se esté trabajando en nuestras organizaciones para involucrar a los pacientes de manera más efectiva y respetuosa. Aprender a hacer preguntas abiertas, obtener las perspectivas del paciente y su familia, explicar cosas (como instrucciones de alta) de manera clara y verificar para garantizar que la comprensión ayude a mejorar la experiencia del paciente. Cualquier cosa que hagamos para abordar las barreras del idioma, las brechas en la alfabetización sanitaria y las diferencias en los estilos de comunicación contribuye al desarrollo de la competencia cultural.

MITO #6: Abordar la competencia cultural es otra cosa para la que no tengo tiempo.

Ya estamos abrumados por tener que pensar en la seguridad del paciente, en evitar reingresos, en la gestión de la población, en mejorar las puntuaciones de satisfacción del paciente, etc., ¿verdad?

Pero así como nuestro trabajo para mejorar nuestras interacciones con los pacientes contribuye tanto a una mejor participación del paciente como a una mejor competencia cultural, también nos ayuda a evitar errores y daños, reduce la probabilidad de un reingreso innecesario y aumenta nuestra comprensión de las personas de nuestra población de servicios.

En otras palabras, una mejor competencia cultural puede ayudar con todos esos otros temas que exigen su atención y ayudar a su organización a lograr el Triple Objetivo.

Laura Cooley es directora de educación y extensión de la Academia Estadounidense de Comunicación en Atención Médica. Cheri Wilson es directora de Diversidad e Inclusión del Hospital Universitario Robert Wood Johnson (New Brunswick, Nueva Jersey).

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